Perico ahogado por una gestión que nada gestiona


¨Acción o trámite que, junto con otros, se lleva a cabo para conseguir o resolver una cosa¨.

¨Conjunto de operaciones que se realizan para dirigir y administrar¨.

Ambas definiciones de diccionario pertenecen al concepto ¨gestión¨, el cual el intendente LUciano Demarco parece desconocer o, en el peor de los casos, no está dispuesto a asumir.

Cómodamente apoltronado en el palacio municipal de Juan Bautista Alberdi, devenido en lamentable escondrijo de acomodos, socios de correrías y ñoquis, Demarco espera que el Gobierno de la Provincia consiga y le facilite en bandeja los recursos para tapar los boquetes que caracterizan a su pobre e irresponsable administración, producto de una larga sucesión de decisiones desfavorables al pueblo periqueño.

A Demarco, seducido por voces de sirena y envalentonado por aplausos de secuaces de turno, le resultó fácil jugar al capataz de estancia con vaquitas ajenas, en vez de arremangarse, elaborar proyectos, caminar pasillos, golpear puertas, visitar despachos y por lo menos acompañar iniciativas de otros. Se mareó con un cargo para el que fue elegido por los vecinos y para el cual claramente no estaba ni estará preparado, por cuanto el ejercicio de la intendencia exige madurez, transparencia, vocación, compromiso, solidaridad, empatía, sentido del deber, tolerancia y espíritu democrático, valores que no figuran ni por asomo en la breve y anémica lista de cualidades con que se formó Demarco, quien en lo único que destaca es en su generosa acción obstructiva, poniendo palos en la rueda a proyectos que el Gobierno de la Provincia inicia para los periqueños, privándolos de bienestar y calidad de vida, como si sometiera a castigo a la gente que se arrepintió de su voto que catapultó al intendente a un cargo impropio. La actitud de Demarco es propia del ¨inútil o del psicópata¨. Cualquiera sea el caso, sería saludable y más que oportuna una visita al “Néstor Sequeiros” solo por las dudas.

Otra cosa que resulta llamativa es que el intendente, entre lo poco que hace, alterna entre una de cal y una de arena. La buena, si cabe o se permite el término, es para su partido VIA que experimenta por una gran duda existencial, financistas de campaña que se retiran, miembros fundadores que también toman la misma medida, con esto muestra que jamas existió rumbo y liderazgo.

Ahora resulta que el intendente se deshace en reclamos al gobierno provincial por más fondos, argumentando que el flujo de dinero público que recibe por mes no le alcanza para acreditar la totalidad de sueldos a agentes municipales, haciendo pagar a muchos inocentes las facturas de su insensatez administrativa e ineptitud política. No sería insana una revisión de la planta de personal de la comuna periqueña que crece de la mano de VIA o una auditoría sobre el manejo de recursos degradados tanto como la ciudad misma como lo refleja cada barrio.

La irreflexión, la temeridad y la negligencia se posesionaron de Perico, arrastrando a la ciudad y los vecinos a un estadio de atraso que no tiene perdón.

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